Más allá de los efectos que puede tener el covid como tal, las secuelas mentales que ha dejado la pandemia en la vida de las personas parecen otro problema que la ciencia y la población deben vigilar. Síntomas silenciosos pueden afectar de muchas maneras la vivencia de los seres humanos.
En el último informe global que lanzó la Organización Mundial de la Salud (OMS), señala que tras la pandemia, los reportes de personas afectadas por trastornos de depresión y ansiedad subieron hasta en un 25 por ciento. Además, según el mismo reporte, alrededor del 14 por ciento de los adolescentes en el planeta actualmente viven con un trastorno mental.
Las cifras son inquietantes, aproximadamente mil millones de personas tienen algún problema mental, mientras que una de cada cincuenta muertes en el mundo es por suicidio, siendo el 58 por ciento de los fallecidos personas que tienen menos de 50 años. Todas estas cifras evidencian que la salud mental en el mundo empeoró durante la pandemia y aún hay mucho por hacer.
Así mismo, otros trastornos también tuvieron un aumento importante. Por ejemplo, padecimientos mentales del desarrollo con 11 por ciento, hiperactividad y déficit de atención con un 8,8 por ciento y el trastorno bipolar con el 4,1 por ciento. También se reporta que las consultas en psicología y psiquiatría registraron un aumento constante desde el inicio de la pandemia, por lo cual la OMS ha lanzado alertas para que los gobiernos intensifiquen el cuidado de la salud mental de los habitantes de sus países.
Los jóvenes y niños tampoco se escapan de los efectos sobre la salud mental en la pandemia. Según cifras de Unicef, el 27 por ciento de los menores de edad en el mundo reportaron haber sufrido de algún episodio de ansiedad durante la pandemia. Mientras que también se dice que el 15 por ciento de la población joven vive el día a día con algún trastorno mental diagnosticado.
Las soluciones no parecen tan fáciles, pero desde la OMS recomiendan que se dé un trato más humano a las enfermedades mentales en ambientes como las casas, trabajos y escuelas. También pide aumentar la inversión gubernamental en este rubro y apoyar con el desarrollo de programas públicos para aprender a lidiar de manera responsable con estos trastornos.
Fuente: OMS